Las mentiras de Margarita

Margarita y Cuauhtémoc

Por Stella Turcato

La aspirante a la gubernatura de Morelos Margarita González Saravia miente como si no existieran los archivos y como si quienes la conocimos desde que llegó a Morelos, a mediados de los años 90, hubiéramos perdido de tajo la memoria.

En cierta forma, ella se ha aprovechado del engaño porque, salvo algunos reproches en las redes sociales, han sido pocas las personas que le reclaman públicamente sus inventos.

Por eso, este texto tiene el propósito de desmentir los principales embustes que ha propinado la exfuncionaria. Sólo los más grandes y recientes. No cabrían aquí todas las tramas que ha dispersado en los últimos años.

En el colmo de su mitomanía, acrecentada con su fortuita llegada a la Lotería Nacional, ella o sus colaboradores, y según quiénes fueran sus interlocutores, se atrevieron a sembrar el rumor sobre una presunta cercanía con Andrés Manuel López Obrador, porque éste, en alguna visita a Morelos, se habría hospedado en el hotel del Balneario Las Estacas, propiedad de la familia de Margarita. A otros, les hacía creer sobre una “vieja relación de lucha” con el propio mandatario y, a otros más, les insinuaba que la larga amistad era con la escritora Beatriz Gutiérrez Müeller, esposa del jefe del Ejecutivo federal.

No faltaron los que –por consigna o por una paga– hicieron eco de esa farsa, y sugerían que esa relación a nivel presidencial ayudaría a Margarita en la contienda electoral del estado, en 2024. Como si el presidente de la república otorgara candidaturas gubernamentales a cambio de una noche de hospedaje o por recomendación de su esposa para cargos a sus amigas.

Margarita asegura con énfasis, en diferentes foros, que es morelense, que fue fundadora y militante del Partido Mexicano Socialista, del PRD y Morena, así como de otras agrupaciones de izquierda. Sostiene que ha sido “luchadora social” casi casi desde su infancia, refiere haber participado en la Unión de Colonias Populares del Valle de México y que ha hecho activismo social en el Valle del Mezquital, Hidalgo (eso me dijo a mí). Incluso, llegó a publicar en Facebook que “un tiempo (fue) maestra rural”.

Todo lo cual es falso. No existen registros, testimonios, nada de esa supuesta lucha. En ninguna organización de izquierda consta su militancia, mucho menos de posibles acciones fundacionales.

Lo cierto es que ella se adjudica como propia la trayectoria del dos veces diputado federal perredista por la vía plurinominal José del Carmen Enríquez Rosado, a quien ella nombra indistintamente como su actual o como su exesposo, y quien sí tuvo activismo y militancia en agrupaciones izquierdistas y en algunos de los institutos políticos mencionados. Él sí, sin duda. (Ver perfil: http://sil.gobernacion.gob.mx/Librerias/pp_PerfilLegislador.php?Referencia=145#Perfil)

Perfil Carmelo Enríquez

Otra cosa es que, de manera circunstancial, ella haya sido dos veces candidata a diputada local (en 2009, por el PRD; y en 2015, por Morena) y en las dos haya perdido de forma contundente. Ni una diputación local pudo ganar; es decir, ni en uno de los cuatro distritos locales que había entonces en Cuernavaca, supo vencer.

Precisamente, por su falta de base social y liderazgo alguno, en 2015, hizo quedar a Morena en cuarto lugar, en el Primer Distrito local de Cuernavaca. ¡Morena en cuarto lugar! Margarita sólo pudo reunir poco más de cinco mil votos.

Es que Margarita había sido hasta entonces conocida como representante de los balnearistas del estado y como una burócrata de mediano nivel, en los gobiernos panistas estatales de Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo, y en el municipal del finado Jesús Giles Sánchez, por lo que resultaba incongruente la competencia electoral por partidos muy contrarios a los que eran sus empleadores.

Esos cargos que desempeñó González Saravia Calderón, en la iniciativa privada de Morelos, entre 1998 y 2000, y en los gobiernos azules de 2001 a 2012, y que ella ahora omite mencionar, son precisamente los que le impidieron cualquier militancia en fuerzas de izquierda o progresistas. file:///C:/Users/inicio/Downloads/Margarita-Adame_230825_014055.pdf

Quienes atestiguamos de cerca el nacimiento del Movimiento de Regeneración Nacional, en 2011, jamás la vimos ahí. ¿Cómo podría Margarita haber “fundado Morena”, si este movimiento fue creado por AMLO, el 2 de octubre de 2011, justo cuando ella trabajaba en la administración del gobernador panista Marco Adame, miembro de la organización ultrasecreta de extrema derecha, el Yunke?

Tampoco fue vista cuando Morena se constituyó como partido político, en 2014. Nunca la observamos en labor de organización, de recolección de firmas o en acciones de convencimiento y afiliación, tan necesarios para un partido emergente. No la divisamos en las asambleas fundacionales ni en las obligadas por la autoridad electoral. Si no fue parte de la militancia, mucho menos del Consejo Político o del Comité Estatal.

Nunca notamos su presencia cuando los recursos eran pocos y la ayuda escasa, cuando urgían ojos y manos que cuidaran los votos presidenciales para AMLO, en las elecciones de 2012.

En esa fecha, nos tocó presenciar de manera vivencial cómo Morena, sin ser partido aún, capacitó a las y los representantes de casilla, para evitar que se repitiera otro fraude electoral como el de la elección anterior, el de 2006. Y ni en los más fatídicos días del desafuero, el fraude y la resistencia de 2006 o el agandalle de 2012 vimos a quien hoy se dice fundadora del partido lopezobradorista.

Tampoco pudo participar de la fundación del PRD, pues ello constituyó un hecho histórico, y cualquiera en este país sabe que los creadores fueron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo y el mismísimo Andrés Manuel López Obrador.

Si acaso, Carmelo Enríquez Rosado podría considerarse precursor, al haber sido dirigente del Movimiento Revolucionario del Pueblo, uno de los principales componentes de la entonces nueva fuerza política: el partido del Sol Azteca. Pero no Margarita. ¿Desde cuando las parejas adquieren el currículum y absorben por ósmosis la carrera de sus cónyuges?

Margarita ni siquiera tuvo injerencia alguna en la constitución del PRD-Morelos,  pues en 1989 ella aún no se radicaba en esta entidad y que sepamos ese hecho ocurrió por parte de los morelenses  Ignacio Suárez Huape, Isaías Cano Morales, José Luis Correa Villanueva, los tres ya fallecidos.

Que Margarita no haya tenido militancia y activismo propios, no le quita su legítimo derecho a la pretensión de contender, como tampoco se lo quita su lugar de nacimiento (Distrito Federal, 1956), pues legalmente está habilitada, ya que tiene casi de 28 años de residencia en Morelos. Pero lo que es inadmisible es la mentira que, en su caso, raya en lo patológico.

Cuando, en julio del año pasado, le señalé que aquí nunca le vimos militancia política de izquierda ni social, me soltó que su “lucha” la había hecho en el Distrito Federal, el Estado de México y el Valle del Mezquital. A otras personas conocidas, les dijo que en Guerrero y a otras más, de reciente llegada a la entidad, les aseguró que de niña se “escapaba” de la finca del balneario “para ir al pueblo de Tlaltizapan a ayudar a los pobres”.

En esa reunión que ella misma solicitó para tratar de revertir lo que ella llamó (mis) “constantes críticas”, Margarita fue preparada con algunas “pruebas” en su celular.

Me mostró una fotografía –reciente– en alguna comunidad semi rural, según me dijo, en Michoacán, donde aparece ella rodeada de una veintena de personas. Y a mi señalamiento de que esa toma tenía poco tiempo, dijo que era el registro de su ¡regreso al lugar donde había ayudado años antes! Pero nunca exhibió una gráfica del “activismo” original de antaño.

En cambio, me enseñó otra imagen de un acto no identificado, evidentemente, ese sí de hacía varias décadas, en la que se ve una joven mujer muy humilde, que en absoluto concuerda con su fisonomía y complexión física, y que además llevaba un bebé en brazos. No supo dar fechas ni mayores datos. Sólo atinó a decir que la niña de la foto “sería mi hija la mayor”.

Ante mi insistencia que aquí, en Morelos, sólo la habíamos visto participar en organismos empresariales relacionados con el turismo y, desde luego, en los gobiernos panistas, en el Patronato de la UAEM y en los gobiernos municipal y estatal de Cuauhtémoc Blanco, ella mencionaba cómo ayudaba a los pobres, a través de la Unión de Colonias Populares y otras organizaciones semejantes, pero en el Valle de México.

Lo que verdaderamente me impresionó del encuentro fue su audacia para mentir. Su habilidad para el engaño y el enredo.

Le desmentimos su supuesta relación con AMLO a quien sólo ha tratado de manera institucional a partir del nombramiento de directora de la Lotería Nacional que el jefe del Ejecutivo, por cierto, le envió a través de correo electrónico, so pretexto de la pandemia.

Al presidente de la república se la habría recomendado el secretario de Turismo federal, Miguel Torruco Márquez, éste sí amigo de Margarita, desde hace más de una docena de años. Ella misma, siendo secretaria de turismo estatal, en 2020, habría pedido a su colega federal que la acercara a proyectos como el Tren Maya y otros programas turísticos nacionales. Pero, Torruco Márquez no pudo acomodarla en esos espacios específicos y fue cuando el presidente ofreció para la avecindada en Morelos, nada menos que la Lotería Nacional.

Del uso de recursos públicos de ese organismo para promoción personal con fines electorales, ahondaremos en otra ocasión. Por ahora, sólo resta aclarar de la inexistente amistad de Margarita con la doctora Gutiérrez Müeller, pues no la une ningún vínculo ni generacional ni profesional ni de otros intereses. Hechos que reconoció en aquel encuentro en el que la preocupé cuando le dije: “el presidente se va a enojar si se entera que andan diciendo que eres amiga de su esposa o que te dará una candidatura porque se hospedó en el hotel de tu familia”.

–¡No, no! ¿Cómo crees? Yo los conozco de vista y a veces los veo de lejos, nada más, –reconoció a regañadientes.

Margarita, maestra. Mitomanía.

CURP Margarita González Saravia