Ulises Bravo con Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán. Foto: Facebook
Ambición desmedida
Por Stella Turcato
La aparente ratificación de Ulises Bravo en la presidencia de Morena Morelos, más que un sí a este personaje, es un no rotundo a Margarita González Saravia, en su pretensión de querer imponer en esa posición a su marido, Carmelo Enríquez.
A la dirigencia nacional de Morena y a los liderazgos del más alto poder político del país parece haberle caído como bomba la ambición y el autoritarismo desmedidos de la flamante gobernadora, quien recién llega y ya quiere todo, so pena de generar divisionismo y rupturas partidistas.
Tampoco es bien visto desde el centro que la nueva mandataria exhiba y critique constantemente al gobierno de su correligionario antecesor Cuauhtémoc Blanco, quien goza del fuero de la diputación plurinominal que le fue otorgada por la máxima cúpula del poder oficialista.
Tanto con la permanencia del actual dirigente en Morelos como la designación de su hermano Cuauhtémoc Blanco, como secretario –nada menos– que de la Comisión de Presupuesto de la cámara baja, la cúpula del morenismo manda un mensaje clarísimo y contundente a la nueva mandataria: que el encumbrado cargo que tiene no es para el agandalle personal ni familiar. Ni para repetir nepotismos y profundizar en el resquebrajamiento del Morena estatal.
Da la impresión que la novatez política de la gobernadora no le permite ver la postura tan definida de Claudia Sheinbaum respecto al controversial tema de otorgar cargos públicos a vínculos familiares.
La presidenta de la república, en repetidas ocasiones, ha anunciado que impulsará reformas que prohíban la reelección de alcaldes y legisladores, así como que cargos de elección popular sean “heredados” por familiares directos de quien lo ostenta. “Basta de nepotismos” ha dicho, con insistencia, la presidenta de la república en la conferencia de prensa matutina y otros foros públicos.
La señal desde la capital del país ya fue enviada desde hace más de una semana: por ahora, los hermanos Bravo continuarán bajo el manto protector poderoso. Lo cual puede cambiar súbito y en cualquier momento por motivos judiciales, debido a las denuncias penales de las que son objeto.
Mientras tanto, aquí en Morelos, las divergencias internas morenistas no son sólo contra el actual dirigente ni se limitan exclusivamente a la dirigencia del partido. Ver ese ángulo es una superficialidad que prefiere la mandataria, para que no se note su falta de liderazgo en la conducción política estatal, porque las diferencias y desacuerdos alcanzan también a la bancada en el Congreso local, lo cual es más grave, aun.
La rechifla a Ulises, del domingo 20 de octubre, en el acto con la dirigencia nacional en la Alameda Solidaridad, fue ampliamente difundida y –sobre todo– anunciada a modo de “nado sincronizado” y anticipadamente por “la prensa” afín a la gobernadora González Saravia.
En una maniobra por demás ingenua e inexperta, mandaron “la señal” a sus “periodistas” aliados para que adelantaran que el acto iba a evidenciar la desunión y que la militancia pediría la salida del dirigente local. Todo lo cual era esperable, pero resultó demasiado predecible y saltó a la vista que fue orquestado.
Que la militancia y en general el pueblo de Morelos no quieren a los Bravo, menos a Ulises, es de sobra sabido y bien ganado, por lo que la embestida desde Palacio de Gobierno se vio burda e innecesaria.
El oportunismo del esposo
Es que la dirigencia no sólo la disputan Ulises y Margarita (para su esposo). Otras personas que son consejeras y que ganaron de manera legítima por voto popular, en la elección de consejeros de agosto de 2022) también aspiran a dirigir el partido. Y son las mismas que acusan la presión que recibieron de parte de la nueva mandataria y de Carmelo Enríquez Rosado, quien con el sobado cuento de que fue dirigente de la izquierda en la década de los años 80, cree tener derecho para dirigir el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, justamente ahora que su esposa es gobernadora.
El activismo de Enríquez Rosado de aquella época no está en entredicho, al contrario, le ha generado reconocimiento y dos diputaciones plurinominales por el PRD (1988-1991 y 1997-2000), por su participación en la fundación de esa fuerza política, pero él nunca participó en la formación ni ha militado en Morena ni cerca de López Obrador, desde que éste buscó la presidencia de la república para la elección de 2006.
Jamás se le ha visto en los movimientos de resistencia creados por AMLO, a partir del fraude de ese año, como el plantón de Reforma, la Presidencia Legítima, de la defensa del petróleo o el propio Morena.
La falta de militancia de Carmelo Enríquez en cualquier frente es desde hace más de 20 años. Tampoco se le conocen trabajo político o público alguno, desde su última diputación federal plurinominal que finalizó en el año 2000. Nótese que todas las semblanzas (pagadas) difundidas recientemente sobre él mencionan «importantes cargos y asesorías en las bancadas» y frases así, sin precisiones de fechas o instituciones, muy al estilo de los hoy gobernantes Enríquez González Saravia.
Si AMLO llamó «vileza» a la maniobra del entonces gobernador Graco Ramírez cuando impuso a su hijo en la presidencia del PRD Morelos, ¿cómo puede llamarse a lo de su sucesor Cuauhtémoc Blanco y a la actual pretensión de Margarita? (Casualmente, de las tres personas mandatarias, ninguna nacida en la tierra morelense. Todas llegadas después de cumplidos la edad de 35 años).
¿Por qué le nace ahora a Carmelo Enríquez la vocación para dirigir, a nivel estatal, a uno de los partidos más grandes de América Latina? ¿Por qué ahora que ese partido gobierna por segunda vez a México, a 26 entidades federativas y es mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión? ¿Por qué ahora que su esposa tiene un mes de llegada a la gubernatura de Morelos y no antes?
Y cuando se dice ¿por qué ahora y no antes? Es decir, cuando se necesitaban las firmas, la organización de asambleas y las afiliaciones requeridas para conseguir el registro de partido político, siendo oposición de la poderosa derecha y del neoliberalismo imperante. Es decir, antes, en los tiempos aciagos para el Movimiento. En los tiempos de la escasez, de dinero y otros recursos.
¿Por qué ahora que su esposa es gobernadora?
La reforma derechista de Carmelo
Para dar una idea de cómo maniobra esta pareja para el tráfico de influencias y el beneficio familiar, baste recordar la única iniciativa, en este acaso reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT), que se le recuerda a Enríquez Rosado cuando fue diputado plurinominal (1997-2000). Tuvo otras, pero quizá por insignificantes o por no aprobadas no se le recuerdan.
Precisamente, a tan sólo cuatro meses de terminar aquélla legislatura, el 29 de abril del año 2000, el legislador plurinominal perredista José del Carmen Enríquez Rosado presentó la propuesta de iniciativa que adiciona un párrafo al artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo para crear «fin de semana largo», en torno a los asuetos de las fechas 5 de febrero, 21 de marzo y 20 de noviembre. Aunque la misma se aprobó con algunas modificaciones respecto a la propuesta original en lo que se refiere a las fechas, (Carmelo incluía ¡también el 1 de mayo!) y que el feriado se recorra al lunes posterior, quedando finalmente aprobado para “el lunes anterior”.
Esa reforma, que por cierto en nada agradaba a AMLO, porque la consideraba motivo por el cual muchas personas jóvenes y maduras ya no sabían qué se conmemoraba en esos días clave para su concepción ideológica, como lo son los aniversarios de la Constitución de 1917, el natalicio de Benito Juárez y de la Revolución Mexicana, amén de que los cambios se habían hecho para favorecer principalmente a particulares.
Todo ello constituyó un tráfico de influencias para beneficiar desde el la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, al negocio familiar de su esposa, Margarita, quien era y es socia del balneario y hotel Las Estacas y de otros negocios del ramo turístico.
Aunque la reforma no quedó exactamente como la planteaba Enríquez en su iniciativa, en ella puede verse toda la exposición de motivos centrada absoluta y detalladamente en el tema de los ingresos y ganancias para hoteleros y prestadores de servicios del sector, ninguna prebenda o ventaja para la clase trabajadora o campesina. (Ver texto u foto de la iniciativa).
La propuesta de Carmelo no encontró casi oposición por los neoliberales y fue aprobada con el apoyo de los partidos conservadores que dominaban entonces la política en México, toda vez que parecía una más una moción de sus ideales que de los de un supuesto “dirigente de la izquierda”, como hasta ahora nos lo han querido vender, aunque desde el año 2000 no se le conozca lucha, militancia o –incluso– trabajo alguno.
Mientras tanto, el que en el actual sexenio funge de esposo, goza de su reciente cargo como director del Instituto de Investigaciones Legislativas del Congreso de Morelos, en un nada espontáneo nombramiento.