Stella Turcato
Por si todavía había incautos que se creían los bajo textos o pies de foto que querían mostrar a un Cuauhtémoc Blanco cercano al presidente de la república, con la reunión de ayer en Palacio Nacional, quedó más que claro que el de Morelos ni es del círculo inmediato del mandatario federal ni éste lo considera parte de la Cuarta Transformación.
De sobra conocido es que López Obrador es un hombre de mensajes. Desde los cuadros u objetos que elige para salir en imágenes, solo o acompañado, hasta las palabras y frases que usa, muchas de las cuales repite desde inicios de su carrera política. De ahí su hablar pausado, porque cada vocablo tiene una intención, igual que la construcción de cada oración de su discurso.
AMLO gobierna con mensajes. Orales, gráficos, gesticulares, de hechos… como el de este miércoles.
Elegir exclusivamente a actuales y futuros gobernantes estatales de la 4T para la primera de dos reuniones similares con su Gabinete de Seguridad manda señales a los otros, a los de oposición, no aliados o que no son de su plena confianza. Y la primera señal que manda es, precisamente, esa: marcar la diferencia entre a los que les tiene confianza y a los que no.
Dos grupos de gobernadores: uno donde están los que se identifican y son parte del proyecto de nación de AMLO y que vienen de la lucha con él desde hace décadas, como sus consentidas Claudia Sheinbaum, Evelyn Salgado, Layda Sansores o el propio Cuitláhuac García y, otro, donde están sus adversarios, como Francisco Cabeza de Vaca y Silvano Aureoles o los que no son ni una cosa ni otra, como Cuauhtémoc Blanco.
El encuentro ocurre justo cuando los que gobiernan en la gestión de Blanco más preocupados están por la estabilidad y permanencia del que ostenta el cargo constitucional en Morelos. Justo a pocas semanas del uno de septiembre, que inician, ya sin diputados del PES, las próximas legislaturas federal y local y, del uno de octubre, que se cumplen tres años de la actual administración estatal, con todo lo que ello implica.
Justo cuando “estrategas” y “operadores” del que debería despachar desde el primer piso del edificio localizado en el zócalo cuernavacense mandan a elaborar fallidos comunicados de prensa para aparentar cercanía y afinidad entre mandatario federal y estatal, con la finalidad de hacer ver una estabilidad política y social en la entidad que sólo existe en la cabeza de esos mismos que urden huecos boletines “informativos” e infantiles “tácticas” de operación política.
Sólo a ingenuos –por improvisados– se les puede ocurrir que una foto con los dos personajes, acompañada de textos sin contenido sustancial, pueda convencer a la opinión pública morelense de que exista una relación tan estrecha AMLO-Blanco que pueda significar algún respaldo determinante de parte del jefe del Ejecutivo federal al local, cuando éste lo necesite de manera urgente.
Son esos neófitos de la comunicación política los que, mediante pago publicitario, hasta en los muros de Facebook con doscientos seguidores, pautan frases que nada dicen: “Durante su encuentro (…) en Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo abordaron ‘temas importantes de la agenda de desarrollo de infraestructura’ en la entidad morelense…” O “por tercera vez, en dos semanas, el gobernador Cuauhtémoc Blanco acudió a Palacio Nacional para reunirse con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador…”
Aunque todo lo anterior no significa que la insinuada posibilidad de que el exfutbolista se incorpore al gabinete federal sea tan irreal. Al contrario. Podría ser la consabida tersa salida “digna” de Cuauhtémoc Blanco de Morelos y después del gabinete, claro.