Sin médicos ni medicinas, mujeres internas enfrentan pandemia en penal de Atlacholoaya

Entrada al CERESO de Atlacholoaya

Carlos Quintero

Cuernavaca, Morelos; 26 mayo 2020. *Laura comenzó con síntomas de dolor de cuerpo y garganta desde hace cinco días. Ayer, lunes, amaneció con dolor de cabeza, escurrimiento nasal, la nariz constipada y dificultad para respirar.
Ella no es la única mujer enferma privada de libertad en el Centro de Reinserción Social Femenil de Atlacholoaya; también está su compañera de estancia: *María.
“Apenas, una noche anterior, ella andaba temblorosa del cuerpo, tal vez le quería dar temperatura”, escribe Laura en un mensaje de texto que me hizo llegar.
Ella recuerda que la mañana del viernes 15 de mayo, el Coordinador, Jorge Israel Ponce de León (hoy “aislado” por enfermedad) acudió al área femenil para atender un conflicto.
“Llegó saludando a varias de beso de cachete pero traía como que gripe”, dice la mujer. Ahora hay un número incierto de mujeres enfermas, tanto internas como administrativas, de seguridad y custodia.
Lo más grave es que desde hace más de un mes, el centro penitenciario no tiene médico ni tan poco medicamentos para atender a las más de 123 mujeres que integran la población.
“De hecho aquí, la doctora que estaba recientemente, ella trajo pruebas para hacer el COVID, aparatos y varias cosas pero se fue y todo desapareció”, comenta Laura.
Familiares de personas privadas de la libertad identifican sólo a dos médicos: José de Jesús Balderrama Zuluaga, subdirector médico del Cereso, quien dicen que está enfermo.
Así como la doctora Mayra Nidia Rodríguez Flores, pero ella se encuentra adscrita al área varonil del penal.
“El 21 de mayo, alrededor de las 11:09 horas, una mujer interna tuvo un ataque de epilepsia. Después de una hora fue atendida por una enfermera del área varonil”, informa otra fuente que pide el anonimato.
La fuente confiable muestra copia de una certificación médica que firma la enfermera, Quetzalin Vergara Galindo, quien actualmente presta su servicio en el centro penitenciario femenil.
Lo anterior, por órdenes de Marisol Solís Rivera, encargada de despacho del centro penitenciario, según consta en un documento en poder de este reportero.
Solís Rivera es denunciada por discriminación:
“Sí se muere, que sea una menos”, se le escucha decir esas palabras contra mujeres privadas de libertad. Además de otras agresiones en contra de la dignidad de su propio equipo de trabajo.

*Nota del reportero: Laura y María son nombres ficticios, utilizados para proteger la identidad de fuentes verdaderas porque existe un temor fundado de represiones en su contra.