Por Máximo Cerdio
Miacatlán, Morelos, 23 de julio. Palaperos de la laguna de Coatetelco se quejaron de que el gobierno del estado los tiene en el abandono, no cumplió su promesa de ayudarlos a crecer y sólo los ha utilizado.
Así lo dijo Toribio, palapero (La Candelaria, se llamaba su negocio) que afirmó que desde que el temblor del 19 de septiembre hizo estragos, no han recibido ningún tipo de ayuda.
El hombre de casi 70 años de edad tiene casi toda su casa inundada y sus canoas inservibles, aunque asegura que a falta de venta en la palapa se ha dedicado a pescar y a surtir mojarras en las palapas contiguas a la laguna.
Relató que el nivel de la laguna subió desde el año pasado, luego vino el temblor, algunas construcciones se vinieron abajo y el escombro fue a parar a las aguas apacibles de Coatetelco.
Ello acabó el negocio que inició su padre. El piso de la palapa no se ve, solo quedaron unos cuantos castillos en pie, el techo de paja se pudrió y Toribio tuvo que recoger sus pocas pertenencias e improvisar un cuarto con palos y cobijas.
El agua cubrió la pequeña construcción de concreto que entre sus hijas y el hicieron para que tuviera un lugar seco y a resguardo de insectos y de la fauna cercana a la laguna, como víboras, tlacuaches, perros, garzas.
Ahora tiene sus pocas pertenencias en el improvisado cuarto, a unos cuantos pasos de la carretera local que rodea el cuerpo de agua porque la orilla subió unos cinco metros.
Toribio acusa que el comisariado ejidal no los apoya, que no quiere desazolvar y busca que los pescadores y quienes tienen sus palapas a la orilla de la laguna se vayan de ahí.
También busca apoyo, local o federal, para que pueda construir una pequeña casa donde pueda reactivar su actividad comercial, ya que todos los días viaja con sus cubetas llenas de mojarras a comunidades aledañas como el propio Miacatlán, Mazatepec o Coatlán del Río.
Otra de las afectadas es una mujer de una palapa cercana a la de Toribio, que pidió no dar su nombre.
Dijo que la declaración de pueblo indígena que recibió Coatetelco sólo le sirvió al gobierno, porque ellos, los pobladores, no recibieron ningún beneficio, sólo les fueron prometer ayuda y progreso y no les cumplieron nada.
Dijo que la laguna sólo reclama su terreno. La orilla es la carretera, nosotros nos metimos a su espacio, lo invadimos, lo ensuciamos, no somos conscientes de que ella nos da de comer y que es un atractivo turístico que debemos preservar, abundó.
Platicó que son como 70 palaperos que están asociados en una cooperativa.
“La gente tiró su escombro en la desembocadura de la laguna con el río Tembembe y a pesar de que se han hecho algunos trabajos de desazolve, éstos son muy someros. La laguna no es profunda y eso provoca que pronto el agua se ‘coma’ la orilla”, dijo.
Lo que más preocupa a la pequeña empresaria es que las lluvias aun no se han instalado en la zona, solo algunas precipitaciones esporádicas.
Su palapa también quedó ya bajo el agua por lo que movió mesas y sillas a escasos centímetros de la afluencia vehicular, la cocina está inservible pues al menos unos 30 centímetros de agua cubren el suelo.
También le preocupa que el nivel alcance el área de los baños y la fosa séptica que hace años construyó.
A principios de este año, la localidad de Coatetelco fue declarada municipio indígena y dentro de tres años fungirá como tal, pese a ello no hay un proyecto que hayan trabajado los pescadores ni palaperos para el rescate de la laguna, labores efectivas de desazolve ni de promoción turística, así como de seguridad, tanto de los habitantes como de los visitantes.
Si mi padre viviera, le daría gusto ver cómo su laguna recobra su espacio, dice elocuente, aunque eso signifique que nosotros, los humanos predadores, debamos movernos de ella y dejarla sanar.